jueves, 12 de julio de 2012

La (¿delgada?) línea entre el peregrino y el turista

Después de 10 fantásticos días, ayer por la tarde finalizó el camino, pero solo la parte del peregrinaje a Compostela, ya que al llegar aún quedan unos cuantos ritos que cumplir. La entrada gloriosa a la plaza del Obradoiro, la emociòn a flor de piel, las risas y los abrazos con los compañeros de etapas, la foto de rigor y el descanso en el suelo rodeados de mochilas y bastones. Despues de todo eso, hay que ir a la oficina del peregrino para que te pongan el último sello en la credencial y te extiendan la Compostela que, con tu nombre en latin ( yo soy Elisabetham) ,certifica que has peregrinado a Santiago.


Todo eso lo hice ayer, pero como mi estado físico era lamentable, aún quedaron otros rituales por cumplir.
Esta mañana no había que madrugar ni que caminar, pero como el organismo es una máquina de relojeria perfecta, a las seis ya estaba despierta y a las siete me moría por levantarme y echar a andar.
Primero fuimos a la catedral y tengo que confesar que me sentí muy rara al caminar sin mochila ni baston y que en cuanto crucé a los primeros peregrinos buscando señales en el suelo, me embargó una nostalgia muy muy grande. Hacía menos de 24 horas yo también era una de ellos!!! Mi aspecto exterior era como el de cualquier otro de los cientos de turistas, pero por dentro seguía siendo peregrina. Aún lo era porque aún me faltaban cosas por hacer.
Por primera vez (ayer no tuve fuerzas) entré en la magnifica catedral y pude admirar su belleza. Es... impresionante!!. El pórtico de la Gloria está en obras y la columna donde los antiguos peregrinos ponían la mano para indicar que habían llegado, está vallada. Aún así, yo estiré la mia para decir con el gesto: "He llegado,ya estoy aquí".


De allí fui directamente al camerino de Santiago y nerviosa y emocionada, le di un fuerte abrazo y le susurré "hola" al oido, tras lo cual bajé a buscar un sitio para participar de la misa del peregrino.Despues de la misa, ya estaba todo hecho. Atrás habían quedado los dolores, las ampollas, las cuestas interminables y las flechas amarillas que nos indicaban el camino. De pronto me habia convertido en una turista que recorreria callejuelas y compraria souvenirs para los suyos, cenaría platos tipicos y se extasiaría con las vistas a 360° desde los tejados de la catedral.
Pero no nos engañemos. Yo no era una turista cualquiera. Aunque mi ropa de calle podia insinuarlo, cualquiera que mirara bien, se daría cuenta que mas allá de unos pies hinchados y ampollados que nos siguen delatando, hay algo más. Porque desde que llegamos a Santiago, tenemos un brillo en la mirada y una sonrisa luminosa que nos enseña al mundo como peregrinos. Porque el peregrinaje te deja una marca tan fuerte, tan visible y al mismo tiempo tan invisible, que solo la ve el que sepa mirar.
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Y sobre todo, porque al final del camino aprendemos que el camino nunca acaba y que,pasito a pasito, tenemos que seguir caminando.

2 comentarios:

  1. Ya llegaste,ya cumpliste tu cometido y... ¡con creces!, deseo de todo corazón que hayas encontrado lo que con tanta ansia fuiste a buscar, que en el abrazo que le diste al Santo, él te haya devuelto lo que tú creías haber perdido, te felicito por tu enorme esfuerzo, te quiero!!

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  2. Bién Eli,
    A darle al Santo las gracias y a pedirle entre susurros q te ayude en tu eterno peregrinaje, ese q todos más o menos vonscientes, llevamos a cuestas y al q nos tenemos q enfrentar a diario cuando nos levantamos
    Es un camino distinto al d los olores y naturaleza, al d las piedras y la lluvia; es un camino tortuoso lleno d sonrisas y lágrimas con el q amanecemos a diario y con una mochila corta d recursos en muchas ocasiones
    Espero q les hayas pedido al apostol por todos nosotros q a diario hemos estado contigo. Y me consta q somos muchos
    Un beso Eli, feliz regreso

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