sábado, 30 de junio de 2012

¿Porqué?

Hace unos días, mi hijo me preguntó porqué hago el camino y mi respuesta fue: son muchos motivos. Lo cierto es que aunque si son muchos los motivos que me impulsan a hacer el camino, ninguno de ellos me convencía al punto de dar una respuesta definitiva, así que le di vueltas a la pregunta hasta que encontré el verdadero motivo.
Siempre quise hacer el camino, vivir la experiencia, contar de primera mano lo que otros (mi hijo entre ellos) me contaban a mi. Siempre he sabido que peregrinar a Santiago tiene ese matiz místico que no te lo da ningún otro sitio y que ya sea que lo hagas por motivos religiosos, deportivos, personales, culturales o espirituales, el resultado siempre es el mismo: a nadie deja indiferente ese camino que se convierte en un viaje interior que va más allá de una maravillosa ruta milenaria.
Y eso es lo que realmente voy a buscar.
Voy en busca del dolor, del agotamiento, de forzar al límite cada paso que dé en el camino, no como un fin, sino como un medio para llegar a mi propio interior. Voy a buscar la fuerza que siempre hubo dentro de mi y que de un tiempo a esta parte se perdió.
Porque en ella, yo soy y lo que quiero es volver a encontrarme.

(Y quizás un día, él también se sienta orgulloso de su madre.)

jueves, 28 de junio de 2012

miércoles, 27 de junio de 2012

211 km caminando

Desde que comencé a prepararme para el camino, he recibido innumerables comentarios de todo tipo, como el "estás loca" de algunas personas o el "qué valiente" de otras. La gente no acaba de entender que tengas ganas de matarte durante una docena de días caminando bajo un sol de justicia o bajo la lluvia, maldurmiendo mientras compartes habitación y baño con un puñado de completos desconocidos y reventándote los pies con callos y ampollas mientras pasas hambre, sed y agotamiento extremo.
Teniendo en cuenta que no creo que haya que ser valiente (aunque si un poco loco) para recorrer cientos de kilómetros siguiendo el sol hacia el oeste, en mi familia se han escuchado otro tipo de comentarios. Ellos me apoyan completamente ya que conocen mi profundo deseo de demostrarme a mi misma ( y a ellos de paso) que puedo hacerlo. Pero a pesar del apoyo, tienen miedo.
Les da miedo que mi tobillo fracturado hace menos de año y medio y que tanto dolor y limitaciones me ha traído, me pase factura. También temen que un resbalón o una caída tire al traste la excelente y casi completa recuperación. Y por supuesto temen que mi inseparable amiga doña fibro me obligue a emprender el regreso sin haber cumplido mi objetivo.
Yo los entiendo. Pero no comparto su miedo, aunque yo también tenga uno.
El único miedo que tengo es que los 211 km que voy a caminar me sepan a poco. :)

martes, 26 de junio de 2012

Punto de partida

Cuando uno quiere conseguir una cosa, un logro, una meta, creo que lo mas dificil de todo es tomar la decisión y ponerse a ello.
Es fácil desear algo, tan fácil que muchas veces nos quedamos en el deseo y la intención y no movemos un solo dedo para conseguirlo porque no es buen momento, porque aún tenemos tiempo (o ya no lo tenemos), porque hay factores externos, porque también están nuestros propios factores internos o por una lista siempre interminable de diferentes motivos que nos hacen posponer una y otra vez intentar hacer realidad ese deseo.
Mi deseo de hacer el camino de Santiago es un deseo que tengo desde hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo. Y por fin, lo voy a hacer realidad. Ya está decidido.

Y ya he comenzado a mover los dedos ( y los pies) para conseguirlo.

lunes, 25 de junio de 2012

Bitácora de vida

Este blog no pretende ser una bitácora de viaje en el que me limite a contar lo que veo a medida que voy haciendo el camino. Tampoco pretendo dar consejos acerca de la mejor o peor manera de cargar una mochila o convencer a nadie que mi experiencia puede servir de base a otras experiencias.
Este blog pretende ser una bitácora de vida porque estoy segura que a partir de ahora, mi vida ya no volverá a ser la misma. Estoy convencida que viviré tantas y tan diversas sensaciones, que tendré que escribirlas para que no se me escapen.

Y porque no quiero que ninguna de esas sensaciones se me olvide nunca.