sábado, 30 de junio de 2012

¿Porqué?

Hace unos días, mi hijo me preguntó porqué hago el camino y mi respuesta fue: son muchos motivos. Lo cierto es que aunque si son muchos los motivos que me impulsan a hacer el camino, ninguno de ellos me convencía al punto de dar una respuesta definitiva, así que le di vueltas a la pregunta hasta que encontré el verdadero motivo.
Siempre quise hacer el camino, vivir la experiencia, contar de primera mano lo que otros (mi hijo entre ellos) me contaban a mi. Siempre he sabido que peregrinar a Santiago tiene ese matiz místico que no te lo da ningún otro sitio y que ya sea que lo hagas por motivos religiosos, deportivos, personales, culturales o espirituales, el resultado siempre es el mismo: a nadie deja indiferente ese camino que se convierte en un viaje interior que va más allá de una maravillosa ruta milenaria.
Y eso es lo que realmente voy a buscar.
Voy en busca del dolor, del agotamiento, de forzar al límite cada paso que dé en el camino, no como un fin, sino como un medio para llegar a mi propio interior. Voy a buscar la fuerza que siempre hubo dentro de mi y que de un tiempo a esta parte se perdió.
Porque en ella, yo soy y lo que quiero es volver a encontrarme.

(Y quizás un día, él también se sienta orgulloso de su madre.)

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